Tesoro escondido.

Ayer fuimos al parque a última hora. Debía ser la última hora de todas porque no quedaba nadie. Debajo de la casa del tobogán Carmen jugaba con un pequeño tesoro. Vaya, una caja de vinos! No se avistaba ningún propietario, así que decidimos llevarla a casa. Por el camino pensaba en lijarla, pintarla en blanco roto con estrellas lila claro y guardar ahí sus "cositas", esos juguetes pequeños pero importantes que siempre se pierden en el fondo del cajón y nunca sabes dónde ubicar.












Hace tiempo que voy detrás de una buena caja de madera grande, la típica que llega en Navidad con botellas de vino. Pero desde que la busco, el vino ha llegado a casa sin caja de madera. 
Mirando bien la que hemos encontrado, veo que tiene las guías rotas y no cuadra la tapa. Por eso debieron abandonarla a su suerte. Así que el concepto "caja" ha desaparecido. Parece más una cesta. Podría reciclarla para el baño, pintarla en azul y darle una pátina en blanco. Poner dentro los botes más bonitos y alguna caracola. ¿Se os ocurren más ideas?








La última acabó como caja de luces. Un montón de cables horrorosos desaparecieron dentro de ella. Sin transformarla a penas, con sólo una capa de barniz. Eso sí, la trasera se eliminó para darle cabida a los cables. A la vista parece que, como un tesoro, un vino carísimo espere ser abierto en la estantería del salón.


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1 comentario:

ALMUDENA PERSA | MAQUILLADORA PROFESIONAL dijo...

Me encanta, llevo años tras el mismo tipo de caja y para la misma idea. Pero nada, que no encuentro ni una.

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